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Herida de rechazo

 

El rechazo es la primera de las cinco heridas que se manifiesta. Es una herida muy profunda, ya que quien la sufre se siente rechazado en su interior y, sobre todo, siente rechazo con respecto a su derecho de existir.
Un ejemplo de personas que desarrollan esta herida serían los bebés no deseados o aquellos con sexo opuesto al que sus padres deseaban. Hay que tener en cuenta que la intención de los padres no es rechazarlo, si no que más bien, ellos mismos también tendrán este herida.
La máscara que desarrolla la persona que tiene la herida de rechazo, es la de huidizo, máscara que se reconoce fácilmente en el cuerpo físico, ya que ocupa poco espacio y parece querer desaparecer o hacerse invisible.
La herida de rechazo radica en el progenitor del mismo sexo.

El rostro y los ojos de la persona huidiza son pequeños. Los ojos suelen parecen ausentes y con frecuencia, suelen tener ojeras.
La persona huidiza parece frágil, por lo que suele ser sobreprotegida. Para tratar de compensar su pequeñez, los demás suelen hacer y pensar todo por él, por lo que el niño, en lugar de sentirse amado, se siente rechazado en sus capacidades.
La persona huidiza prefiere no apegarse a las cosas materiales, pues éstas le impedirían huir a sus anchas. Le resulta atractivo todo lo relacionado con la espiritualidad y el mundo intelectual.

La persona huidiza se anula y se infravalora, por lo que necesita a toda costa ser perfecto y obtener reconocimiento ante sus propios ojos y ante los demás. Prefiere también la soledad, ya que si recibe mucha atención, no sabe qué hacer. Se le considera solitaria  y se le deja vivir sola. Cuanto más se aísla, más invisible parece volverse; de esta forma entra en un círculo vicioso: se coloca la máscara de huidizo para para no sufrir cuando se siente rechazado y se aleja de la gente de tal manera que se vuelve  imperceptible, por lo que cada vez se encuentra más sólo y se da a sí mismo más motivos para sentirse rechazado.

Por lo general, la persona huidiza habla poco y tiene la voz apagada y débil. Suele padecer problemas cutáneos para evitar que los demás la toquen. Cuanto más se rechaza a sí misma, mayor temor tendrá a que la rechacen los demás.
Si desea pedir algo a alguien y esa persona está ocupada, lo dejará así y no dirá nada. Ella sabe lo que quiere, pero jamás se atrevería a exigir, pues cree que no es lo suficientemente importante como para molestar a los demás.

Si te ves con la herida de rechazo, es muy importante aceptar que, aún si tu progenitor realmente te rechaza, es tu herida que no ha sanado lo que en realidad atrae hacia ti este tipo de progenitor y este tipo de situaciones.
Si continuas creyendo que que todo lo que te sucede es culpa de los demás, nunca podrás sanar esta herida.

Cuanto más tiempo esperemos para curar nuestras heridas, más se agravarán. Cada vez que vivimos una situación que despierta y toca una herida, nos añadimos una capa más. Para que tus heridas emocionales desaparezcan, primero es necesario aceptarlas y brindarles amor incondicional. También es fundamental aceptar las máscaras que hemos permitido que nuestro ego cree para ocultar nuestras heridas y evitarnos sufrimiento.

Tu herida de rechazo está en vías de sanación cuando cada vez ocupas más tu lugar y te atreves a afirmarte. Además, si alguien parece olvidarse de que existes, no te sientes incómodo internamente. Cada vez es menor el número de situaciones en las que temes sentir pánico.

Toda herida conlleva también una fuerza y unas capacidades. Cuando sanamos estas heridas, emerge lo mejor de cada una.
En el caso del huidizo: 
  • es una persona capaz de asumir muchas responsabilidades, dotada de una adecuada aptitud para trabajar.
  • es espabilada, con una enorme capacidad para crear, inventar e imaginar.
  • es particularmente apta para trabajar sola.
  • es eficaz y capaz de pensar en innumerables detalles.
  • es capaz de actuar en caso de urgencia.

FELIZ SANACIÓN!!!

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